9 de septiembre de 2007

Setenta veces siete


Setenta veces siete lo intenté,

si me largo para siempre es porque no puedo más,

no tengo nada que perder sólo el miedo a la soledad.

Me temo que esta vez es el fin, adiós amor, adiós hombres.

Debe ser un caso de incompatibilidad de caracteres.

Cada vez que digo que sí el en cambio opina que no,

siempre que prefiero dormir el insiste en hacer el amor,

si lo engaño con un rócker, el me la da con un mod,

cada vez que yo ligo un póker el lleva una escalera de color.

Cuando le propongo salir me contesta “ni pensarlo, hogar, dulce hogar”.

Canto algo de Bob Dylan y protesta (maldición, su rollo es el vals).

Si me excita el sesenta y nueve me grita: “quiero un cuarenta y dos”.

Siempre que en mi piso de Tabernillas llueve en su buhardilla brilla el sol.

…Adiós amor, adiós hombres.

Debe ser un caso de in- compatibilidad de caracteres.

Cuando me mudé al Albaicyn el en su Lavapiés se quedó,

si coreo el “Hala Madrid” me responde “Atleti campeón”. (Visca el Barça!)

Cuando doy un paso adelante el da dos pasos atrás,

si ando loca por un amante me echa un poco de bromuro en el coñac.

Siempre que lo voy a besar me lo impide un repentino ataque de tos,

trato de dejar de fumar, y por mi santo me regala un cartón.

Cuando de repente lo olvido jura que se muere por mí.

Siempre que por fin me suicido acto seguido le entran ganas de vivir.

Incompatibilidad de caracteres.

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