8 de enero de 2011

Mi falta de buen juicio - Pía Augusto


Le miré de reojo en variadas ocasiones, tratando de hallarle algún defecto suficiente que me convenciera de mi falta de buen juicio. Y cada vez que supe ver, le ví ser humano siendo poco hombre.
Lo encontré impertinente pero encantador, apresurado pero venturoso y no creí ser capaz de olvidarle de un portazo. Es un hecho el que jamás haya cumplido esa promesa.
Tenía reunidas para sí muchas de las cualidades que de buen gusto aceptaría poseer para mí. Albergaba también algunos defectos que el no paso de la inexperiencia había traído aparejados y algún que otro pesar mal comprendidos.
Le exigí prudencia al mirarme, sutileza al hablarme; le pedí demasiado. Esas puertas una vez abiertas son difíciles de volver a cerrar.
Más complicado aún me sería serle indiferente luego, pero fue todo un reto que disfruté.
Sus maneras eran correctas pero precavidas, su boca era sinuosa y llamaba a entrar pero dejaba tras su aliento un velo de palabras rotas, incompletas, ligeras de compromiso.
Gesticulaba demasiado y parecía que buscaba aceptación celestial al alzar la vista cuando mentía.
Yo no le juzgaba pero no le creía, más mirarlo me complacía y su compañía alimentaba mi vanidad.
No era buen conversador ni hilaba demasiadas palabras en una misma oración.
No sabía de puntos finales y no los diferenciaba de un buen punto y aparte.
Las comas eran para el asunto de contexto y el punto y coma, era tan sólo una mala elección de mujer.
Yo le contemplaba perder el temple con esos desordenes alimentarios, en esas elecciones discriminadas, con esas mustias conversaciones frente a quien se le cruzara.
Era una contínua procesion de cinismo humanitario; sus ojos eran una loteria minada, cualquier número estaba predestinado a perder y a arder en el intento.
Nunca me sentí tan incombustible como ante su descarada presencia que se repetía literalmente.
Le descubrí sus peros, aprendí sus mañas, adopté sus gustos pero no me pude librar de él.
Le redescubrí mejor que nadie su letra chica, sus mentiras piadosas, sus disforias nefastas, sus relaciones de cambio sin fondo.
Le hallé en su imparcial desconocimiento del amor: con ella hoy, mañana sos vos.
Y en ese momento me dispensé a mí misma del embrollo.
Todos esos años le había estado dedicando hojas enteras, tejiendo mi red con sus incongruencias para intentar diferenciarle de los demás, para discernirle de los muchos, por adentrarle en los pocos, por el simple hecho de haber sido mío cuando no tenía desperfectos aún.
El despilfarro de tinta me salió caro en indefinidas circunstancias tras haber querido ver lo que francamente jamás estuvo en él.
Me vendía el mundo con una simple sonrisa y lo peor, es que yo le creía. (Una vez y varias más.)
Me compraba el aire que era gratis y me lo daba comprimido en un globo que cargaba a todas partes y decia: boluda.
Pero nunca me senti de esa manera; jamás tan inmoralmente crédula de mi estupidez concienzuda.
Me retiré a tiempo por esa puerta que me abriste con dudas y con intención de que fuera mía la iniciativa.
Me dispensé a mi misma de tu enrollo porque había otra en mí lugar y ahora es cómico que yo esté en el lugar de otras.
Puse un pie fuera de tu vida para que vinieras a tomarme el pelo tiempo después.
Te dí algo bueno e intercambiable, que para vos no era necesario pero sí de colección.
Me pregunto qué hice bien o qué mal acaso para que sigas volviendo, una y otra vez, a podar mi cordura.





-.Pía Augusto.-

Hubo alguien como yo - Pía Augusto

Con el correr de los años uno aprende a diferenciar amor de amistad; a discernir entre lo bueno y lo desinteresado; a construir un futuro no sin antes empezar por el presente.
Uno entiende que un amigo no es un hermano de sangre pero muchos lo serán del corazón; que los hermanos no se han elegido pero jamás te van a fallar; que los padres te aman a pesar de todo error.
Y uno sigue aprendiendo eternamente que nada se termina mientras todo vuelva a comenzar; que hay sentimientos que no claudican sino que se refuerzan y que el amor es uno de ellos.
Uno es consciente de que los fallos nos hacen humanos pero que mas humano es perdonarlos; que hay segundas oportunidades pero no perdones infinitos; que la vida es una y de nada sirve caminar sin soñar con llegar a algún lugar.
He aprendido por sobre todas las cosas que no siempre valoro lo que tengo porque me es más fácil añorarlo luego; que no siempre me quisieron como quise pero aprendí a querer mejor, aunque no tanto.
Entendí que le tengo miedo a enamorarme porque hay quienes no comparten mis mismos ideales y me he llegado a preguntar si alguna vez me enamoraré.
He llorado y reído más de una vez a causa de alguien que no me valoró; le he perdonado y vuelto a comenzar y aún así nuevamente me engañó. Aprendí entonces que no era la persona adecuada para mí por mucho que le quisiera tener al lado.
Comprendí que los sueños son lo más preciado porque nadie nos los puede quitar; que el amor no se vé pero te roba una sonrisa a toda hora; que pensar en alguien especial te ilumina la mirada.
Acepté mis defectos y abracé ms virtudes y aún así restaron complejos.
Acaté ordenes, tomé consejos, rompi las reglas y fui feliz a mi modo.
Soñé despierta, dormí con los ojos abiertos y en mis noches me pediste perdón, sin emitir sonido alguno ni viciar el aire de palabras vanas.
En mis sueños, en confidencia con mi alma, fueron sinceros conmigo y al fin tuve paz y no restaron resquemores.
Si alguna vez te preguntas por qué no lo entendés o por qué no lo has aprendido aún, tené presente que hubo alguien en tu vida a quien le enseñaste todo eso que aún te resta comprender.
Hubo alguien que quiso, que amó, que lloró, todo gracias a vos.



-.Pía Augusto.-

No voy a estar ahí - Pía Augusto

Qué sucedería si te dijera que lo supe todo antes de que dijeras nada;
que tuve la certeza antes siquiera de haber dudado;
que no existió la incógnita detras de la respuesta,
ni hubo una pregunta que aguara este latido,
porque te quise y no hubo nada que te opacara.

Qué sería de los dos si yo pudiese hacerme la desentendida,
negara todo lo que tuve dado por cierto,
no creyera lo que me dijeron alguna vez,
ni tomara en cuenta tu falta de interés,
porque quererte como te quise ya no te querrán.

Qué sentirías si uno de estos días yo de tu vida me alejara,
diera por muerto todo lo que sentimos,
no volviera a buscarte tras ningún portal,
me rehusara a volver el tiempo atrás,
porque dolida me encuentro de haber sabido querer.

Qué pensarías cuando la mires por dentro como a mi,
creyendo que volverás a encontrarme ahí,
cuando en verdad yo ya me fui
de dónde jamás me oirás nombrar
porque en esos ojos yo no voy a estar.

Sería entonces factible poder sonreír
por saber que estas pensando en mi
por creer que de tu vida no me fui
aunque en verdad yo sí me alejé
pero sigo estando ahí donde partí.





-.Pía Augusto-.

Un descripción desafortunada- Pía Augusto


Cuando comenzar quisiera por donde debiera, me invaden unas locas ansias de decir lo inapropiado.
Recapacito en el instante adecuado y retomo en el final, justo antes de comenzar lo nuestro.
Y es que me tuviste algo desorientada todo este tiempo, entre el crescendo y el descreyendo, dubitando antes de hablar por no creerte cuando te oigo.
Pensandolo bien, nunca te voy a comprender pero lo intento.
Tenés una manera tempestiva de hacer todo cuanto te propongas.
Hoy chubascos, mañana aguaceros, con vos no hay terminos medio.
Sos una aguja desenhebrada; hay una hilacha que surca tus dos ambiguas realidades, ambas cófias de cristales donde se guarda lo que se anhela, donde se pierde lo que se cela; dónde se quiere mucho sin saber querer.
Sos una tonta descripción desafortunada a la que no le sobra nada; una llave rota sin su baúl, un ladrón sin su botín.
Y será que a veces perdés lo que perseguís por no creer en la magia; por mentir en el intento; por apostar a varias ruletas; por jugar y querer salir primero, sin saber que lo primero es aprender a perder.
Te estoy describiendo sí y lo tenés todo pero no tenés nada porque te falta lo que no se enseña; te falta saber amar.





-.Pía Augusto-.

Mi nota más desafinada - Pía Augusto


Cómo describirle sin desbocar mis sentidos, sin que se erice mi piel, sin que el tacto se pierda.
Cómo nombrarle si le perdí el rastro, olvidé su rostro, si decidí olvidarlo.
No tiene sentido darle un nombre sin un hombre de carne al cual acompañe.
No es de extrañar que no tenga rumbo lo que escribo, si la única dirección en mi corazón lleva tu nombre.
Yo simplemente atino a detallarte en unas cuantas líneas, en estos renglones intangibles en que te imagino, dónde hago lo que mejor sé hacer: pensarte.
Donde te llamo a mi gusto, a mi antojo y a porfiá; donde no sos nadie pero sos idealmente mío.
Nunca voy a entender por que te acaparás de todo lo que no te pertenece empezando por mí.
Si es culpa de tu frustrado sentido de propiedad o debo retroinspeccionar mi desequilibrio emocional.
Y aunque finja olvido y lo logre, siempre vas a estar en mi vida porque de otro modo estaría con el apócope que se instaura en tu lugar.
Cómo llamarle de alguna manera, si no puedo mucitar palabra alguna, si llevo dentro una laguna, si ya no puedo hablar.
Cómo decir me equivoqué, si ya es costumbre que esto ocurra y por más que lo desee no fue equivocación.
No puedo evocar al error y librarme de mis fallos porque son mios antes que nadie, porque estaban ahi antes que vos.
No sé cómo imitar la perfección pues soy como soy y de otro modo no sería ni la mitad de quien fui.
Nunca voy a entender por qué te mostrás de esta manera, tan dulce cuando lo buscas, tan efímero cuando te siento...
Será que sos así, tan mío y tan de nadie, que nunca fue tan fácil tocarte, mi nota más desafinada; que nunca tan difícil estar lejos de vos.





-.Pía Augusto.-