7 de septiembre de 2007

Extraña certeza

Durante muchos años, a menudo me he acordado de ti,
o de tu imagen, para ser más exacto,
pues de aquello que amamos una vez sólo nos queda
(al igual que de un libro) una muy vaga impresión general y alguna anécdota.
Y a menudo también me he preguntado, buscando entre la niebla del recuerdo
no sé si una respuesta, qué dejaste en mí que sea mío todavía
y si no fue el amor, mi amor por ti y no tú mismo,
aquello que aún me importa y lo que busco aún al recordarte.
Si arde nuestra vida, ¿somos llama o aquello que se quema y es ceniza?
En esa desmesura que es el tiempo encuentran su razón amor y olvido,
pero no su medida.
Al recordarte, lo comprendo tan bien,
que importa poco saber o no saber,
sino tan sólo sentir que fuiste parte de mí misma,
que dentro de mí estás, como mis sueños,
que son y no son yo, pero en mí nacen,
que ya nunca de mí podrás borrarte y que,
quiera o no quiera yo el olvido, has de seguir viviendo con mi vida.

Qué extraña sensación esa certeza.

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