2 de marzo de 2008

Despedida - Jorge Teillier

Me despido de mi mano/ que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras/ bajo las nieves de antaño.
Para que vuelan a ser bosques y arenas/ me despido del papel blanco y de la tinta azul de donde surgían los ríos perezosos,/ cerdos en las calles, molinos vacíos.
Me despido de los amigos/ en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,/ las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.
Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:
los fracasados, las cajas de música,/ los murciélagos que al atardecer se deshojan de los bosques de casas de madera.
Me despido de los amigos silenciosos/ a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,/ y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto/ para entonar canciones pasadas de moda.
Me despido de una muchacha/ que sin preguntarme si la amaba o no la amaba caminó conmigo y se acostó conmigo/ cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan de humaredas de hojas quemándose en las acequiar.
Me despido de una muchacha/ cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada/ de trenes que parten bajo la lluvia.
Me despido de la memoria/ y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua-/ de mis días sin objeto.
Y me despido de estos poemas:/ palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras/ para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

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