27 de noviembre de 2008

Psicoanálisis de mi reflejo (Pía Augusto)

Tus ojos hallan una extraña manera de mirarme. A lo lejos se asoman, sonrién y se pierden en parpadeos, en mí, ausentes. Contemplarlos no es suficiente para descifrar lo que ansían, pero están cansados y el peso del mundo llueve, inexorable, sobre ellos.
A veces me miro a mí misma. El espejo me refleja, devolviendo una imágen similar a la que en mi cabeza se formó. Una suerte de burla se dibuja en mi sonrisa, mientras que lentamente, poco a poco, se empaña el cristal. Te pierdo de vista.
Lo que pienso es, creo, una ironía del hombre. Podría quedarme horas buscando imperfecciones que quisiera corregir. No sería difícil encontrar cosas que nos diferencien. Ya sabés, somos diferentes de a ratos. Y tal vez, es probable que, unas pocas horas no alcancen para hacer una descripción perfecta de cada instante, cada minuto, durante los cuales me senti distinta a vos, e igual a los demás. Si tan sólo supiera que hay un después-después de vos-, me encontraría denuevo conmigo. Pero qué placer ha de traerme burlar al destino, si éste me quiso lejos de vos ( y tan cerca aunque no lo imagines).
De todos modos, el espejo se nubló. Fue mi culpa, lo sé, yo misma lo empañé. Ya no distingo lo que muestra. Y de pronto aparecés, simulando ser un reflejo para perderte en mí. Sin embargo, no me encuentro en vos. Tus ojos siguen ahí, como el agua turbia, hablando un idioma que no comprendo. Lleno de trampas te mueves por la penumbra, sin decir, murmurando. Pierdo la paciencia, y la confianza.
Te has vuelto un juego al que me acostumbré. Comodamente incluso, lo jugué. Ahora voy al espejo sólo para verte allí, detrás de mi, escondido. Y te encuentro sí, con esa mueca nuevamente, que no es la mía pero se asemeja. Con esa risa, que no es primicia, ni aparta mis dudas. Simplemente, sigo aquí, aún sumergida en un mar de preguntas. Raramente le llamo confort.
Abandoné el juego antes de perder, aunque de un tiempo a ésta parte ya lo sabrás.
Con el correr de las palabras, fuiste concatenando frases, conquistando mi oído. Me educaste para aceptar tus malos modales, y tu locura de a poco, se apoderó de mí. Llegué a creerte parte mía, pero fue una noche en que aprendí a mentir. Y entonces fuimos más distintos, menos iguales, y tu locura se fue sin mi.-
Ahora que estás detrás de cada sueño, no es ya irreal tu figura, se hace tangible. Allí es donde te quiero sin preguntas, con respuestas. Mientras la niebla en el espejo comienza a desaparecer, se entumecen mis extremidades y te volvés aún más real.
Una mueca perfuma tu rostro, y como la suave brisa, se va. Juegas a adivinar quién soporta más éste idilio, y sabés, aguanto incluso la guerra, no quiero tu paz. En tu campo minado perdería mi identidad, no sería yo misma, usaría antifaz.
Si de algo sirve -no es una excusa-, tal vez no estemos hechos para ser uno los dos. El árbol se corta, la madera se pierde, y la primavera no vuelve jamáz. No sería yo, con vos, perdería mi voz.
Mirarte me lo dice. Implícitamente tus ojos me absuelven, corroen mis entrañas y te arrancan de mí. Yo no estoy, no soy, mi existencia es efímera en vos. Te vas.
Nuevamente el espejo devuelve mi reflejo, y mi sonrisa. Aún así, tu partida se llevó el color. La imagen es mía, y mío el dolor. No empalidezcas, así es el amor. Quizás en otro momento, sin tanto recor, recobre el valor.
Y aunque ello implique apartarme de vos, tal vez sólo así, me sienta mejor.





-M. Pía Augusto-

1 comentario:

Daniel Shields dijo...

Muy bonita narración, con mucha poesía y con mucho dolor.
"Y aunque ello implique apartarme de vos, tal vez sólo así, me sienta mejor." Frases difíciles de decir, aveces mas por el otro que por uno mismo.
Saludos, me encantó.