19 de diciembre de 2010

Decir adiós es crecer - Augusto Pía


Lo pensé mil veces, quizás porque dudaba o no quería creer.
Estabas ahí tan sólo para despedirte.
Te vi tan reacia a compartir, tan negada a confiar, como te ví cinco años atrás; tan igual y tan serena, como si la vida te hubiese dejado, en aquel viejo amor, congelada.
Nunca te dije cuánto me dolió aquélla vez.
No tuve el valor necesario para afrontar que en tu vida no era nadie y así permanecí. Y aún así, permanecí.
Debí haber sabido en aquél momento, que estabas sólo para despedirte y muy a pesar de mi conciencia, seguí contigo entrelazada como si en tu sangre mis venas descansaran.
Jamás supiste cómo me sentí al ser tan sólo alguien más que en tu vida ves pasar.
Yo estuve para pasar como pasa el tiempo, como se acaba el día, como se agotó nuestra amistad.
Y es porque te supe llamar amiga alguna vez, como suelo nombrar a las cosas; como se apoda a quien se quiere cuando se tienen las palabras exactas. Por eso te nombré, porque eras importante. Y seguramente yo no tuve nombre más que el propio, que hoy te reniega, que te desconoce.
Hoy te debe doler saber por fin quién fuí; saber que a nadie verás entrar en tu vida con tanto afán de entenderte y que a nadie podrás llamar amiga, porque no existe ya la palabra, se fue conmigo.
Olvidarás el nombre de las cosas y reinventarás nuestros recuerdos, para no sentirte sola cuando te vuelvan a fallar, cuando descubras lo sola que estás, soledad.




-.Pía Augusto.-

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